Inteligencia artificial, sí o sí
El ser humano aprende del conocimiento pasado: nos elevamos sobre hombros de gigantes para ver más allá. Y también de la experiencia, que nos permite ordenar ese conocimiento y sacar de él nuevas ideas, nuevos avances.
La disponibilidad de ese conocimiento no beneficia a todos por igual, entendiendo como beneficio una mejora general para la sociedad. (Sí hay un beneficio crematístico para unos pocos, pero eso es otra historia).
Los algoritmos, con sus sesgos incluidos, gestionan grandes cantidades de información en dominios limitados y en ocasiones superficialmente. No todo el conocimiento gestionado es universal o histórico, hay mucho actual y personal, y eso lleva a una desconfianza de la sociedad cada vez más hacia la IA.
Hasta ahora los cambios tecnológicos se han basado más en reemplazar las maquinas de la revolución industrial para llevarnos a una revolución digital, pero ahora, cuando entra en escena la IA, la tecnología ya no afecta al trabajo, empieza a afectar a la persona, a su privacidad, y la falta de confianza empieza a hacernos dudar de su bondad.
La desigualdad no va a estar en tener más o menos información, si no en el control que se puede hacer con esa información. No es lo mismo disponer de datos exhaustivos del individuo para controlar su salud, como para controlar exhaustivamente sus movimientos.
La IA podría aportar un inmenso valor en muchos campos, pero precisamos unos cambios que garanticen la independencia personal y el beneficio general, y eso solo puede venir de la mano de la ética y de las leyes.
Mientras, el tiempo corre.
Buscad algoritmos que os liberen.
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