La vieja fábrica, la nueva fábrica
Solo quedan preguntas
Con la tecnología en nuestros bolsillos ya no sabemos dónde acaba el trabajo y empieza nuestra vida personal. Confundimos nuestra privacidad con la vida pública y la virtual. Realidades y sueños con límites imprecisos pueden terminar confundiendo nuestra psiquis. ¿Transformaremos el bienestar en esquizofrenia?
Estamos ante otra utopía tecnocientífica, de una entidad que no habíamos visto hasta ahora. Pero el ser humano no será más sabio que las máquinas que maneja. Ya nos están registrando nuestras identidades, nuestros gustos, hábitos y posesiones, y al final puede que sea la máquina la que nos maneje. ¿Sacrificaremos nuestra humanidad en el altar de la tecnología?
Tenemos fe en el futuro, quizás porque nadie ofrece respuestas en este presente gris donde los políticos son cuentacuentos, la economía es brujería y la religión es amoral. Pero pensar que el futuro nos traerá las soluciones porque no hay otra opción, es un argumento demagógico largamente repetido a lo largo de la historia. Seguiremos avanzando a trompicones, detrás de caballos tecnológicos desbocados. ¿Tendremos la humanidad suficiente para dominar la tecnología?
Recordando a Cicerón: "No basta con alcanzar la sabiduría, es necesario saber utilizarla".
Que ustedes lleven las riendas y lo disfruten.
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