Manifiesto de la Guerrilla por el Acceso Abierto

Aaron Swartz


La información es poder. Pero como todo poder, hay quienes quieren quedarse con él para sí mismos. Todo el patrimonio científico y cultural del mundo, publicado a lo largo de los siglos en libros y revistas, está siendo digitalizado y guardado cada vez más por un puñado de empresas privadas. ¿Quieres leer los artículos con las conclusiones más famosas de las ciencias? Necesitarás enviar sumas enormes a editores como Reed Elsevier.

Hay quienes luchan por cambiar esto. El Movimiento para el Acceso Abierto ha luchado valientemente para asegurar que los científicos no suscriban sus derechos de autor, sino que se aseguren de que su trabajo se publique en Internet, en condiciones que permitan a cualquiera acceder a él. Pero incluso en el mejor de los casos, su trabajo sólo se aplicará a lo que se publique en el futuro. El resto, lo publicado hasta ahora, se habrá perdido.

Es un precio demasiado alto a pagar. ¿Forzar a los académicos a pagar dinero para leer el trabajo de sus colegas? ¿Escanear bibliotecas enteras pero sólo permitir que la gente de Google las lea? ¿Proporcionar artículos científicos a los de las universidades de élite del Primer Mundo, pero no a los niños del Sur Global? Es indignante e inaceptable.

"Estoy de acuerdo", dicen muchos, "pero ¿qué podemos hacer? Las compañías tienen los derechos de autor, ganan enormes cantidades de dinero cobrando por el acceso, y es perfectamente legal - no hay nada que podamos hacer para detenerlos". Pero hay algo que podemos hacer, algo que ya se está haciendo: podemos contraatacar.

A los que tienen acceso a estos recursos -estudiantes, bibliotecarios, científicos- se les ha concedido un privilegio. Se alimentan en este banquete de conocimiento mientras el resto del mundo está bloqueado. Pero no es necesario -de hecho, moralmente, no es posible- mantener este privilegio. Tienen el deber de compartirlo con el mundo. Y tienen que: intercambiar contraseñas con colegas, rellenar solicitudes de descarga para los amigos.

Mientras tanto, los que han sido excluidos no están de brazos cruzados. Han estado fisgoneando a través de agujeros y trepando vallas, liberando la información guardada por los editores y compartiéndola con sus amigos.

Pero toda esta acción se desarrolla en la oscuridad, escondida bajo tierra. Se llama robo o piratería, como si compartir la riqueza del conocimiento fuera el equivalente moral de saquear un barco y asesinar a su tripulación. Pero compartir no es inmoral, es un imperativo moral. Sólo los cegados por la codicia se negarían a dejar que un amigo hiciera una copia.

Las grandes corporaciones, por supuesto, están cegadas por la codicia. Las leyes bajo las cuales operan lo requieren - sus accionistas se sublevarían por menos que esto. Y los políticos a los que han comprado las respaldan, aprobando leyes que les otorgan el poder exclusivo de decidir quién puede hacer copias.

No hay justicia en cumplir leyes injustas. Es hora de salir a la luz y, en la gran tradición de la desobediencia civil, declarar nuestra oposición a este robo privado de la cultura pública.

Necesitamos tomar la información, dondequiera que esté almacenada, hacer nuestras copias y compartirlas con el mundo. Necesitamos tomar cosas que no tienen derechos de autor y añadirlas al archivo. Necesitamos comprar bases de datos secretas y ponerlas en la Web. Necesitamos descargar revistas científicas y subirlas a redes de intercambio de archivos. Tenemos que luchar en la Guerrilla del Acceso Abierto.

Con suficientes como nosotros, alrededor del mundo, no sólo enviaremos un mensaje contundente en contra de la privatización del conocimiento, sino que lo convertiremos en algo del pasado. ¿Te unes a nosotros?

Aaron Swartz

Julio de 2008, Eremo, Italia


Documento original obtenido en: The Internet Archive: Guerilla Open Access Manifesto
tugurium
Recopilado y traducido por: José-Luis Prieto